Úlceras por presión en las personas encamadas

 

Imagen de tres personas. Un hombre mayor es ayudado a levantarse por un chico y una chica.

Úlceras por presión en las personas encamadas

Las escaras o úlceras por presión son lesiones en la piel y el tejido subyacente que resultan de una presión prolongada sobre la piel. En la mayoría de los casos, las escaras se manifiestan en la piel que recubre las partes óseas del cuerpo, como talones, tobillos, caderas y coxis.  

Las personas que corren mayor riesgo de tener escaras son aquellas que tienen afecciones médicas que limitan su capacidad para cambiar de posición o que les hacen pasar la mayor parte del tiempo en una cama o una silla.

Las escaras pueden desarrollarse en el transcurso de horas o días. La mayoría de las llagas se curan con tratamiento, pero algunas nunca se curan completamente, pueden causar dolor, infección, cicatrices y complicaciones graves como septicemia o gangrena. Por eso, es muy importante saber cómo prevenirlas y cómo tratarlas si ya han aparecido.

Prevención de las escaras

  • Cambiar de posición al menos cada dos horas si se está en cama o cada 15 minutos si se está en silla de ruedas. Usar almohadas o cojines para aliviar la presión sobre las zonas más vulnerables.
  • Usar colchones y cojines especiales de gel, aire o espuma que distribuyen mejor el peso y reducen el roce y la fricción.
  • Mantener una buena higiene personal. Lavar la piel con agua y jabón neutro, secarla bien sin frotar y aplicar crema hidratante y regeneradora. Evitar el uso de alcohol, colonias o polvos que puedan irritar o resecar la piel.
  • Controlar la humedad. Cambiar con frecuencia los pañales o absorbentes si hay incontinencia urinaria o fecal. Usar ropa interior de algodón que absorba el sudor y evitar las prendas ajustadas o con costuras que puedan causar rozaduras.
  • Vigilar el estado de la piel al menos una vez al día. Buscar signos de advertencia como cambios en el color o la textura de la piel, hinchazón, supuración, temperatura elevada o sensibilidad al tacto. Prestar especial atención a las zonas expuestas a mayor presión o humedad.
  • Llevar una alimentación equilibrada y rica en proteínas, vitaminas y minerales que favorezcan la cicatrización y el fortalecimiento de la piel. Beber abundante agua para mantenerse hidratado.
  • Realizar ejercicios físicos dentro de las posibilidades de cada persona. Estimular la circulación sanguínea con masajes suaves o movimientos pasivos de las extremidades.
Tratamiento de las escaras
  • Eliminar la presión sobre la zona afectada y seguir las medidas preventivas mencionadas anteriormente.
  • Limpiar la herida con agua y jabón neutro o con una solución antiséptica. Secar bien el área circundante sin frotar. Evitar el uso de agua oxigenada, alcohol o yodo que puedan dañar el tejido sano.
  • Aplicar un apósito o vendaje adecuado al tipo y tamaño de la escara. El apósito debe mantener la herida húmeda pero no empapada, protegerla de la infección y facilitar su curación. Existen diferentes tipos de apósitos como hidrocoloides, hidrogeles, alginatos o espumas que se deben cambiar según las indicaciones del médico o la enfermera.
  • Administrar medicamentos para aliviar el dolor, combatir la infección o favorecer la cicatrización. Estos pueden ser antibióticos, analgésicos, antiinflamatorios o cremas regeneradoras que se deben usar bajo prescripción médica.
  • Realizar curas periódicas de la herida siguiendo las pautas del equipo sanitario. Vigilar la evolución de la escara y comunicar cualquier signo de empeoramiento o complicación como fiebre, mal olor, pus, sangrado o aumento del tamaño de la lesión.
  • En algunos casos, puede ser necesario recurrir a tratamientos quirúrgicos para eliminar el tejido muerto o necrótico, cubrir la herida con injertos de piel o reparar el daño óseo.

La prevención de las escaras se basa en evitar o reducir la presión sobre la piel y mantenerla limpia, seca e hidratada. 

Si a pesar de las medidas preventivas se desarrolla una escara, es necesario acudir al médico lo antes posible para valorar el grado de la lesión y el tratamiento más adecuado. El tratamiento de las escaras depende del estadio en el que se encuentren, que se clasifica según la profundidad y la severidad del daño en la piel y los tejidos. 

Los estadios van desde el I (enrojecimiento e inflamación de la piel) hasta el IV (destrucción total de la piel, el músculo y el hueso).

Las escaras son un problema grave que afecta a la calidad de vida de los enfermos encamados y sus cuidadores. Por eso, es fundamental prestar atención a la salud de la piel y seguir las recomendaciones para prevenir y tratar estas lesiones. Con una buena higiene, una alimentación adecuada, una movilización frecuente y un seguimiento médico se puede evitar que las escaras se conviertan en una complicación mayor.